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lunes, 26 de mayo de 2014

Gran Premio de Mónaco 2014. Aburrió y emocionó a la vez.

MontecarloGran Premio de Mónaco 2014.
CIRCUITO: Montecarlo (Mónaco)
LONGITUD: 3.340 km.
Nº DE VUELTAS: 78 (260.520 km en total).
CURVAS: 19 (11 a derechas, 8 a izquierdas).
COMPUESTOS: Blando y superblando.
DESGASTE DE FRENO: Medio-alto.

Es curioso, pero después de haber pensado que nos íbamos a aburrir toda la carrera, excepto por los dos de delante, al final Ricciardo casi la lía parda.  Lo bueno de la carrera fue lo que no está dentro de la carrera, sino todo lo que la rodea y que aún sigue coleando. La parte positiva es que los dos pilotos de la Estrella le dieron emoción hasta el final. La parte negativa es que la idea recurrente de que Mónaco debería ser eliminado del calendario por coñazo vuelve a asaltarnos. Vamos a ver qué podemos sacar en claro como aficionados.
Rivalidad en estado puro 

Alguien dijo una vez, con mucha sabiduría, que tu compañero es el primero de tus rivales. Y eso está más que claro este año. Quizá la punta de esta rivalidad en su máxima expresión sea lo que está pasando en Mercedes. Sin más rivales que ellos mismos, el aburrimiento podría haberse apoderado de la F1, pero lo cierto es que, y a pesar de lo aburrido que se ha vuelto el Circo, toda la parafernalia que rodea a las carreras se está volviendo mucho más entretenida para los aficionados puros. Uno de los alicientes es intentar entender toda la parte técnica nueva, que es bastante compleja. Otro, es ver cómo los pilotos se atacan entre sí.

Mientras que en otras escuderías con grandes espadas en cartel como Ferrari las aguas están bastante tranquilas (reconozcamos que por mucho Räikkönen que sea, Alonso se lo está comiendo con patatas), en la escudería que lidera el campeonato, la cosa está que arde. Sus dos pilotos están enzarzados en una guerra civil en la que quieren hundir a su compañero. Primero, fue Hamilton quien golpeó, por sus origenes humildes y su hambre de victorias; despues, Rosberg, siempre inconscientemente según la FIA, se la devolvió consiguiendo una pole, dejando al inglés descontento y más litigante; y ayer fue el alemán el que se llevó el gato al agua. Aunque eso no es obstáculo para que su compañero siga despotricando y diciendo que las telemetrías no le convencen.

Todo este jaleo ha llevado a Lauda a tener que tomar cartas en el asunto, anunciando charla para ambos antes del GP de Canadá. A mí me parece genial que vayan a tenerla. Eso sí: también nos gustaría que nos aclararan esos mensajes de ahorro de combustible tras dos safety cars que le daban a Rosberg. Resultan, cuando menos, muy sospechosos, dado que los datos de consumo que ofrecía la FOM no eran, ni mucho menos, alarmantes.

Mal día para Raikkönen

Muy bien se le presentaron las cosas al finlandés al principio de la carrera. Tras una salida espectacular y un adelantamiento de manual en la subida a Santa Devota, parecía que tenía asegurado un puesto en el podio, algo que tanto a su equipo como a él les habría subido la moral. Pero durante un Safety Car, y gracias a Bianchi, que iba a desdoblarse, sufrió un pinchazo y tuvo que volver a cambiar neumáticos, quedando en la posición 13. Finalmente, sólo pudo auparse a la 12ª posición, volviendo a ser doblado. Un pobre resultado que hundirá aún más al piloto de la Scuderia.

Primeros puntos para Marussia

Ayer fue un gran día para el equipo ruso. Jules Bianchi, a pesar de las sanciones y demás, consiguió colarse en el noveno puesto, dándole dos puntos a su escudería y haciéndole ganar, casi indiscutiblemente, el "mundial de los pequeños" que mantiene con Caterham. La distancia es insalvable.

No hay que olvidar que esta puntuación viene dada por el gran número de abandonos que hay en Mónaco, ojo. Pero sí que hay que concederle al francés el mérito que merece, pues durante muchas vueltas estuvo manteniendo a todo un Lotus por detrás de él. Un gran resultado que pone a Marussia muy por delante en el duelo de los pequeños.

Mónaco sí, Mónaco no

Es el debate que siempre surge tras la carrera en el principado.

Vamos a ser serios. La carrera de Montecarlo sería la más aburrida del mundial si no existiera Hungaroring. Mónaco sigue en el mundial de F1 porque no paga un duro de canon para celebrarse. Y los aficionados estamos encantados con Mónaco porque reconocemos todas y cada una de sus curvas: Santa Devota, Mirabeau, Loews, Casino, Túnel, Tabac, Rascasse, Piscina... Y nos encanta ver Mónaco porque es un clásico, es espectacular y tiene un recorrido único.

Sin embargo, no es propicio a ver adelantamientos ni a dejar los coches correr en toda su potencia. Es un circuito estrecho (por lo urbano) y lento (por lo ratonero) que produce una sensación de tiovivo que sólo hace que maximizar el hastío que llevamos esta temporada. En Mónaco, fuera de la salida de Kimi y algunos adelantamientos suicidas de Sutil no hemos visto más que el infructuoso intento de Hamilton por adelantar a su compañero y el de Ricciardo por adelantar a Hamilton. No ha habido más. Y luego una cacofonía absurda (sí, nos gusta el sonido de los V6T, pero eso no quita para que se haya perdido mucho) por las calles cada vez menos atractivas de Montecarlo. 

A mí, personalmente, no me gustan nada los circuitos urbanos. Ni tampoco Hungaroring. Los suprimiría del calendario. Valencia ya cayó, Singapur debería caer y Rusia tampoco debería celebrarse. Los aficionados queremos ver lucha entre pilotos, pero no sólo fuera de la pista, como en Mónaco. Queremos verlos también luchar por una posición que, en este tipo de circuitos, es casi imposible de conseguir. Y, sinceramente, preferimos menos carreras pero con más cosas que ver. Hay circuitos de sobra para hacerlo. Hay circuitos como el de Kyalami, el de Magny-Cours o el de Estoril que podrían recuperarse para la F1. O añadirse, como el de Aragón. Y no tener que recorrer calles que nos dejan fríos y con una procesión.

El dinero lo ponemos los aficionados, no las ciudades. Va siendo hora, señor Ecclestone, de que se dé cuenta y recupere circuitos de verdad, en lugar de promocionar chufas como la de India o Valencia.     

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