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martes, 25 de marzo de 2014

Gran Premio de Australia 2014. ¿Tomadura de pelo?

Abert ParkGran Premio de Australia 2014
CIRCUITO: Albert Park (Melbourne, Australia)
LONGITUD: 5.303 km
NÚMERO DE VUELTAS: 58 (307.574 km en total)
CURVAS: 16 (5 a izquierdas, 11 a derechas)
COMPUESTOS: Superblandos (rojo)/medios (blanco)
DEGRADACIÓN DE FRENOS: Alta

Ya, ya sé que he tardado muchísimo en comentar la carrera de Australia y que se me empieza a juntar el trabajo, pero no doy con la manera correcta de comentarla. Otros años he seguido un esquema fijo, comentando primero lo más resaltable de la misma y luego haciendo hincapié en varios puntos interesantes acerca de la misma. Pero si recordamos, y creo que sí, la carrera no tuvo nada que resaltar. Sólo Rosberg delante, algo de lucha (que no demasiada) por atrás y los abandonos de Hamilton y Vettel en los primeros compases. Así que vamos a cambiar el esquema y a hacer lo que podamos. Vamos allá.

Muchos problemas técnicos
Es, quizá, el comentario más justo que puede hacérsele a la carrera. Fue un despropósito técnico. Dos veces tuvo Charlie Whiting que dar una salida neutralizada por fallos en el arranque de los Marussia. Los dos se unían a Grosjean en el pit lane, de donde partía al cambiar la caja de cambios. Y tras el lanzamiento real de la carrera, Kobayashi, a los mandos del martillo verde de Caterham, se llevó puesto a Massa. Sendos problemas en sus coches para salvar motores, cajas de cambios y demás, dejaban en boxes a Hamilton y Vettel, gracias al ahorro de costes impuesto en la F1. Y en un cuarto de hora. Alonso se quedaba sin la parte electrónica de su unidad de potencia y Kimi también tenía problemas. Bottas se iba contra el muro dejándose una rueda. Lotus al completo hizo el ridículo durante todo el fin de semana. El CT05 de Ericsson quedó a 30 vueltas de Rosberg. ¡30 vueltas!

He defendido los cambios en la nueva temporada. Soy uno de los pocos a los que los motores nuevos le suenan nostálgicos y le llevan a tiempos antiguos, más propicios para la F1. Soy uno de los pocos que ha intentado tirar hacia arriba, por afición. Pero no puedo seguir defendiendo lo indefendible. Esto ya no es F1, sino otra cosa.

Creo que fue Manuel Muñoz, ingeniero de Pirelli asignado a Lotus quien comentaba lo absurdo de los recortes en los gastos de las escuderías para ahorrar en Twitter. La situación es tan estúpida que se recortan tests, se prohiben tests privados, se limitan los motores, cajas de cambio, uso de combustible... Pero se programan los grandes premios de Australia y Malasia con quince días de separación para duplicar los billetes de avión necesarios para desplazar al personal. Y todo para ver lo que vimos. Que ni fue carrera ni fue nada de nada. Sólo un lamentable espectáculo de tiovivo. Recuerdo cuando hace no mucho me decían que la F1 sólo eran coches dando vueltas y yo me indignaba. Si me lo hubieran dicho después del GP de Australia 2014, le habría dado la razón.

Un tiovivo muy caro

Y es que no pudo ser más. El Gran Circo se ha convertido en un tiovivo en el que 22 coches luchan por permanecer dentro del circuito y rezan por no abandonar. Hay un coche que corre más que los demás y acaba a más de 25" del segundo clasificado y los demás se alternan entre bólidos de velocidad razonable y tortugas con ruedas cuya única función en la pista es la de obstaculizar a los que vienen detrás para arañar la mayor cantidad de puntos posible.

Podemos decir que el primer ganador de la primera era turbo fue Rosberg porque Mercedes ha sabido darle un coche en condiciones y él ha sabido pilotarlo con toda la eficacia que es posible. Podemos decir que Mercedes ha ganado la batalla a la hora de construir el motor híbrido más potente de la F1, haciendo mejor las cosas y con más eficiencia que sus competidores. Pero hay alguien que ha perdido. Y mucho. Los aficionados.

Somos nosotros, los que nos levantamos a las 5 de la mañana para ver el GP de Australia los que construimos la F1. Somos nosotros, los que devoramos kilómetros con los ojos los que hacemos este deporte grande. Somos nosotros, los aficionados, los que hemos perdido la emoción, ese gusanillo que nos picaba en las entrañas cada semana de GP esperando a los libres primero, formaba su crisálida durante la clasificación después y que eclosionaba fuertemente en la carrera, llenándonos de mariposas el estómago en el momento de la salida. Si os digo la verdad, mis mariposas murieron tras la segunda salida fallida. No hubo más emoción. Todo se bosquejaba entonces y todo quedaba como debía. Como un tiovivo. Uno muy caro.

Ricciardo, otra víctima más

Mentiría si dijera que el segundo puesto de Ricciardo en la parrilla fue una sorpresa. Más bien al contrario. Ya imaginábamos que los de la bebida energética iban muy tapados y que los problemas con la unidad de potencia de Renault serían una minucia una vez se diera con la clave y el equipo de ingenieros de Milton Keynes es uno de los mejores de la parrilla, así que no dudábamos de tenerlos en liza ya en Australia. Todo esto, a pesar del abandono de Vettel, ojo, que también habría dado la pelea si no hubiera tenido que abandonar. Que entrara en la meta en ese mismo segundo puesto tampoco fue una sorpresa. El RB10 es un coche que tiene problemas de corazón, pero al que un bypass puede dejar como nuevo. Su aerodinámica sigue siendo igual de eficaz que la de su hermano mayor, el RB9. En cuanto el motor les entregue todo el potencial que se le supone, volverán a ser fijos en las apuestas. Aunque, como ya os digo, yo sí pondría dinero en algún RB10.

Pero algo falló incluso en el corazón de ese coche. Entregaba más combustible del permitido, lo que hizo suponer a los comisarios que era esa la razón de la posición de Ricciardo y se la arrebataron. Según el reglamento, es justa. Según la normativa, es limpia. Y según el propio fabricante del motor, era hasta esperable, pues ya sabían que ese problema podía existir. Así pues, parece que el australiano ganó su posición de forma no permitida. Y, por lo tanto, su descalificación fue merecida.

Pero, y si echamos la vista un poco más arriba en este mismo post, veremos que la descalificación la merecen los criterios de una federación internacional, que es la culpable subsidiaria del desastre. La prohibición de los tests trae estos problemas. En un año con tantos cambios, con tantas cosas que aprender y tanto que ajustar, doce días de tests son escasísimos. Y mucho más si tenemos en cuenta la pretemporada que ha sufrido Red Bull. Así pues, Ricciardo no puede considerarse responsable de su descalificación, sino más bien los que, intentando ahorrar costes, han convertido el Gran Circo en una charlotada.

Siguiente parada: Malasia

Miedo nos da. Este fin de semana, Kuala Lumpur recogerá el GP de Malasia. Y mucho nos tememos que lo que veremos será un nuevo tiovivo. Analizad lo que hemos dicho. Recordad lo que vimos. Y, aunque hubo puntos en los que la carrera estuvo emocionante (la lucha de Bottas con los dos Ferrari, lo más remarcable), el resto fue un tostón de proporciones bíblicas. Realmente, debemos plantearnos si queremos volver a ver un GP de esta manera. Yo lo veré, porque no soy tan voluble. Pero si en Malasia seguimos igual, quizá sea tiempo de pensarse si esto que vemos es o no es F1.

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